Web

n un preocupante giro de los acontecimientos en Cuba, Luis Mario Jerez Estrada, un joven residente de Bayamo, ha hecho pública su experiencia sobre el acoso policial que enfrenta por ejercer su derecho al trabajo. A través de sus redes sociales, Jerez reveló haber sido multado con 16,000 pesos cubanos a pesar de contar con todos sus documentos en regla y estar al día con sus obligaciones fiscales. Su relato no solo subraya la dificultad de trabajar legalmente en la isla, sino también el clima de miedo y represión que persiste entre los ciudadanos.

Un sistema que criminaliza el trabajo

El incidente ocurrió tras una interacción con oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), quienes, según Jerez, lo acusaron de operar “ilegalmente”, contradiciendo la claridad de su situación legal. La denuncia pone de relieve un fenómeno que muchos cubanos experimentan a diario: el acoso por parte de las autoridades hacia los trabajadores independientes. “Cosas de la vida, qué condena vivir en un país donde trabajar es un delito”, lamentó en su cuenta de Facebook, reflejando una frustración generalizada entre quienes buscan subsistir fuera del colapsado sistema estatal cubano.

Luis Mario no solo enfrenta una sanción económica desproporcionada, sino que también se expone a posibles represalias, como el decomiso de su teléfono móvil, por haber compartido su experiencia. Sin embargo, su valentía lo ha llevado a hablar públicamente sobre la injusticia. “Eso no me importa, lo que no puedo es dejar pasar ese incidente sin denunciarlo”, defendió, enfatizando la importancia de dar voz a las víctimas de tales abusos.

El contexto de crisis económica

El testimonio de Jerez resuena en un contexto en el que muchos cubanos luchan para sobrevivir. Con una economía que atraviesa una crisis profunda, marcada por la inflación y una oferta de empleo formal muy limitada, la actividad por cuenta propia se ha convertido en una alternativa vital. Sin embargo, el sistema continúa penalizando a aquellos que se atreven a buscar su sustento de manera independiente. Esa realidad ha llevado a que muchos expresen su solidaridad y empatía hacia Luis Mario en las redes sociales, donde ha recibido una oleada de apoyo y reconocimiento por su valentía al denunciar el acoso estatal.

Las palabras de Yordanis Perdomo Leyva en los comentarios de la publicación de Jerez reflejan la frustración compartida de muchos cubanos: “Esa es la cruda realidad de nuestro día a día”. Este sentimiento se amplía aún más cuando se observa cómo el discurso sobre los problemas de otros países contrasta con las penurias que se viven en la propia nación.

El relato de Luis Mario Jerez no es un hecho aislado, sino parte de un patrón más amplio de represión y acoso a los trabajadores en Cuba. La situación expone las tensiones entre el deseo de autonomía económica y las restricciones impuestas por un estado que, en lugar de fomentar la iniciativa privada, opta por el control y la represión. La denuncia de Jerez sirve como un llamado de atención sobre la necesidad de respetar los derechos laborales y la dignidad de quienes buscan ganarse la vida honestamente, así como un reflejo del clima de descontento que permea la sociedad cubana.