
Un joven mexicano se embarcó en lo que se suponía que sería un viaje de celebración por su cumpleaños, buscando en Cuba el escape perfecto y la tranquilidad que había anhelado. Sin embargo, lo que comenzó como una escapada idílica se convirtió rápidamente en una experiencia aterradora y traumática que marcaría su vida para siempre.
Durante su estancia en la isla, el joven fue víctima de un secuestro brutal a manos de individuos que se identificaron como miembros de las fuerzas militares del régimen cubano. A pesar de ser un turista inofensivo, fue acusado de manera infundada de estar involucrado en actividades de venta de drogas, una acusación sin fundamento que desencadenó un ataque violento sobre él.
Lo que siguió fue una pesadilla de más de 12 horas de tortura física y psicológica. En este prolongado episodio de sufrimiento, sufrió quemaduras con cigarrillos y fue golpeado sin piedad. No solo le infligieron dolor físico; la violencia también estuvo acompañada del robo de sus pertenencias, lo que le dejó completamente despojado y vulnerable.
El día que debía ser de festejo y alegría se transformó en un recuerdo amargo. Al final de esta cruel tortura, sus captores lo abandonaron, lo que convirtió su cumpleaños en una fecha de desolación y pérdida. Este incidente no solo ilustra la brutalidad del régimen en Cuba, sino que también pone de relieve el riesgo que enfrentan los turistas en la isla, quienes se convierten en víctimas de un sistema opresor que no muestra piedad.
La experiencia del joven no es un caso aislado; refleja una realidad inquietante. La dictadura cubana no solo actúa bajo una atmósfera de represión hacia su propio pueblo, sino que también perpetúa un ciclo de injusticias que atrapa incluso a aquellos que visitan el país en busca de paz y belleza. Es vital que el mundo conozca la verdad sobre lo que ocurre en Cuba, donde la opresión y el terror son parte del tejido cotidiano de la vida nacional.
Familia, amigos y conocidos: Como algunos saben, para mi cumpleaños número 29 decidí viajar solo a Cuba para reencontrarme conmigo mismo y conectar con la naturaleza (sí, medio hippie).
No tenía idea de lo que me esperaba allá. Al llegar al país, me cuestionaron mucho sobre el motivo de mi viaje, dado que iba solo. Después de una hora en migración, finalmente me dejaron ingresar. Llegué a mi hotel y todo estaba bien. Al día siguiente salí a conocer y por la tarde decidí ir a la playa. No quería estar en las playas llenas de turistas, así que caminé hasta encontrar una bahía solitaria y muy bonita donde decidí pasar la tarde a solas.
Aproximadamente a las 5:00 p.m. del 27/02/25, en esa misma bahía, se me acercaron dos personas, aparentemente militares del país. Me preguntaron qué hacía ahí solo y me pidieron mis identificaciones (no llevaba mi pasaporte conmigo). Les di mis datos, les dije mi nombre y en qué hotel estaba hospedado, explicándoles que mi pasaporte estaba ahí. Me pidieron que subiera a su vehículo para verificar la información.
Subí a su unidad, pero al darme cuenta de que no tomaron el camino hacia mi hotel, les pregunté adónde íbamos. Ahí comenzó uno de los peores días de mi vida.
Me golpearon y me ordenaron que no hiciera preguntas y que bajara la mirada. Estuvimos en movimiento aproximadamente una hora (o al menos así lo sentí). Me cubrieron la cara con un trapo para que no viera el camino y, al llegar, me bajaron a golpes. Me preguntaban por qué estaba solo ahí y me acusaban de vender droga.
Lo que iba a ser una tarde de tranquilidad se convirtió en una pesadilla. Me amarraron los brazos y me cubrieron la cara con mi propia playera. Cada vez que decían “usted vende droga”, me golpeaban en el abdomen y en las piernas, repitiéndome que no me soltarían hasta que confesara. Yo solo les decía que no, que era turista y que no sabía de qué hablaban, pero no fue suficiente.
Estuve privado de mi libertad, fui golpeado incontables veces, me quemaron con cigarrillos en las manos y el abdomen, y fui torturado tanto física como psicológicamente. Me arrojaban agua con hielo para despertarme (pues me desmayaba por momentos) y continuaban golpeándome. Así pasaron más de 12 horas.
Finalmente, el 28/02/25, el día de mi cumpleaños, me soltaron y me dejaron tirado en la misma bahía donde me encontraron. Me quedé en shock viendo el mar. Cuando reuní fuerzas, caminé de regreso a mi hotel. Al llegar, el personal de seguridad del hotel me colocó nuevamente una pulsera de turista, pues se me había caído (o me la quitaron). Subí a mi habitación y noté que la caja de seguridad donde guardaba mi pasaporte estaba abierta. Ahí supe que entraron a mi cuarto, vieron que realmente era turista y por eso me soltaron.
Con los dólares que tenía escondidos, fui al aeropuerto con miedo, queriendo salir del país lo antes posible. Para mi sorpresa, el aeropuerto estaba cerrado. ¡Sí, cerrado!
No sabía que en Cuba no hay vuelos diarios como en otros países, así que tuve que regresar al hotel con temor.
Finalmente, logré contactar a mi familia con un teléfono que me prestó un taxista (pues mi celular y pertenencias me las quitaron). Mi familia se movió rápido en México y, al día siguiente, lograron sacarme del país.
Agradezco infinitamente a mis amigos que me apoyaron desde México, ya que el único vuelo disponible era a Monterrey. Ahí me esperó un amigo de la universidad, quien me dio hospedaje. Al día siguiente, volé a Villahermosa, donde otro gran amigo ya me esperaba en el aeropuerto para traerme a casa con mi familia.
Agradezco a Dios por darme la oportunidad de volver con mi familia y estoy en deuda con las personas que, al enterarse, se preocuparon por mí y me ayudaron. Pensé que mi vida terminaría ahí, pero afortunadamente estoy aquí.
Sin duda, no volveré a ese país, pero quiero seguir viajando. Solo que nunca más lo haré solo ni a países con regímenes autoritarios.
Sé que algunos se preguntarán: ”¿Por qué no fuiste al consulado?”
La verdad, tenía miedo. No pensé racionalmente. Solo quería regresar a México y abrazar a mi familia.
La mayoría de los golpes, salvo las quemaduras, fueron internos. Aún tengo dolor y sufro pesadillas por lo sucedido, pero estoy bien, fuerte y positivo. Las marcas físicas desaparecerán, y las psicológicas sanarán con el tiempo.
Comparto esto para aquellos que estaban preocupados por mí y no pudieron contactarme en estos días. También para quienes piensan viajar a Cuba: tomen sus precauciones. No digo que esto le pase a todos, pero tuve la mala suerte de vivirlo y lo comparto para que nadie más pase por lo mismo.
Gracias nuevamente a todos los que se preocuparon y estuvieron conmigo.
Un agradecimiento especial al personal de VivaAerobus, quienes me auxiliaron y facilitaron mi regreso a México.
Gracias.