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La situación actual en Cuba no solo se ve afectada por la inestabilidad económica, sino también por un problema de corrupción que ha permeado las instituciones del país. En Sancti Spíritus, se observa un fenómeno alarmante: muchos funcionarios públicos están utilizando sus cargos para extorsionar al pueblo, lo que contribuye a un clima de desconfianza y desesperanza entre los ciudadanos.

La Impunidad de los Funcionarios

En esta región, se han identificado a dos figuras clave que operan con total descaro, actuando como si fueran intocables. Conocidos entre la población como «los asesinos», estos individuos se aprovechan de su posición para imponer sanciones y multas exorbitantes a quienes no cumplen con sus arbitrariedades. Esta práctica no solo infringe la ley, sino que también muestra una falta de respeto hacia los derechos del pueblo cubano.

La corrupción institucional se ha vuelto tan grave que el lema de «la Revolución» y del Partido Comunista se ve diariamente empañado por las acciones de estos funcionarios. La percepción de que la corrupción está institucionalizada genera una profunda frustración entre los ciudadanos, quienes sienten que están a merced de un sistema que prioriza el interés personal de unos pocos sobre el bienestar general.

El Costo para la Sociedad

Cada vez que se impone una multa injusta o se extorsiona a un ciudadano, se perpetúa un ciclo de abuso que empobrece aún más a la población. La falta de recursos y el miedo a represalias han llevado a muchos a evitar cualquier confrontación con las autoridades, lo que no hace más que alimentar la impunidad de estos funcionarios corruptos. La ausencia de relevos en los cargos de inspección se convierte en un signo de vergüenza para el sistema, ya que pocos se atreverían a asumir roles que los obliguen a actuar bajo la sombra de la corrupción.

Esto no solo contribuye a un clima de desconfianza hacia las instituciones, sino que también socava los principios mismos de la revolución y las promesas de justicia social. La corrupción se convierte en un factor divisorio que aleja a la ciudadanía de su gobierno, complicando aún más la labor de aquellos que desean trabajar por el bien del país.

La corrupción en Cuba, especialmente en el sector público, amenaza la estabilidad y el futuro del país. Los ciudadanos de Sancti Spíritus y de otras regiones necesitan un sistema que respete sus derechos y que ofrezca un mecanismo eficaz de denuncia y justicia. Solo a través del fortalecimiento de las instituciones y la erradicación de prácticas corruptas se podrá recuperar la confianza de la población y promover un cambio significativo hacia una sociedad más equitativa.

Es vital que como sociedad tomemos conciencia de estas problemáticas para exigir un cambio real y luchar contra la impunidad que afecta a nuestro país.