
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sorprendió a la comunidad internacional al ofrecer este martes un intercambio de detenidos con el gobierno de Nicolás Maduro. La iniciativa, anunciada en rueda de prensa en San Salvador, propone entregar a 252 ciudadanos venezolanos deportados desde Estados Unidos y actualmente encarcelados en El Salvador, a cambio de la liberación de 252 presos políticos en cárceles venezolanas. Se trata de una propuesta sin precedentes en la diplomacia latinoamericana, que mezcla temas de seguridad, migración y derechos humanos.
Detalles de la propuesta
Bukele explicó que los 252 venezolanos a los que hace referencia fueron expulsados de territorio estadounidense “por razones migratorias y, en algunos casos, delictivas”, y permanecen bajo custodia en distintos centros penitenciarios salvadoreños. Su condición actual impide su regreso inmediato a Venezuela, por lo que la oferta busca garantizar un retorno seguro siempre y cuando, dijo Bukele, “Maduro demuestre humanidad liberando a quienes han sido encarcelados por pensar diferente”.
En sus propias palabras:
“No podemos simplemente devolverlos a Venezuela sin asegurarnos de que haya un cambio real. Si el presidente Maduro quiere a su gente de vuelta, que empiece por liberar a los presos políticos”.
La cifra de 252 no es casual: equivale exactamente al número de salvadoreños que, según datos oficiales, han sido detenidos en 2024 tras ingresar irregularmente al país, muchos de ellos tras ser deportados de EE. UU. bajo el programa migratorio CBP One.
Reacciones y debates
Hasta el momento, el gobierno de Caracas no ha ofrecido una respuesta oficial. En redes sociales y foros diplomáticos, la medida de Bukele ha suscitado posturas encontradas:
- Apoyo de ONG y defensores de derechos humanos: Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han reconocido el gesto como “una posible vía de alivio para cientos de venezolanos injustamente encarcelados”. Para ellos, la propuesta podría convertirse en un mecanismo de presión internacional que termine beneficiando a los reclusos de conciencia en Venezuela.
- Críticas desde la oposición venezolana: Varios líderes del exilio y diputados de la Asamblea Nacional en el exilio han puesto en duda la viabilidad de un acuerdo bajo un régimen al que acusan de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. “Maduro no negociará su impunidad”, apuntó una voz opositora en Twitter.
- Lectura geopolítica: Analistas regionales ven en esta jugada un intento de Bukele por reposicionarse como actor clave en la crisis migratoria centroamericana. Al ofrecer un intercambio inusual, busca captar la atención de Washington y de la Unión Europea, cuya cooperación es crucial para enfrentar la presión migratoria en la región.
Un precedente en la región
Aunque ha habido intercambios de prisioneros entre países latinoamericanos, nunca se había planteado un trueque tan numeroso y mediático. La propuesta de Bukele:
- Combina seguridad y derechos humanos.
- Involucra a tres gobiernos: El Salvador, Estados Unidos (por el origen de los detenidos) y Venezuela.
- Aún no ha sido formalizada mediante canales diplomáticos ni sendas notas verbales.
En un contexto de éxodo masivo de venezolanos hacia países vecinos y de detenciones de migrantes en la frontera sur de EE. UU., la oferta de Bukele podría marcar una hoja de ruta para otros mandatarios interesados en resolver bloqueos bilaterales.
Escenarios y próximos pasos
Queda por ver qué hará Caracas ante esta propuesta:
- Aceptación parcial: Maduro podría liberar a un número menor de presos a cambio de un primer grupo de detenidos salvadoreños, sorteando así la presión de la comunidad internacional sin ceder completamente.
- Rechazo tajante: El régimen podría desestimar el intercambio, acusando a Bukele de injerencia y trasladar la responsabilidad a EE. UU. o a organismos multilaterales.
- Negociación bajo mediación: Países como México o la Santa Sede podrían ofrecerse como garantes de un acuerdo que combine liberaciones puntuales con ayudas humanitarias para los presos y sus familias.
Mientras tanto, la propuesta ha puesto de relieve la fragilidad de las fronteras políticas en América Latina y la creciente disposición de líderes a usar la diplomacia carcelaria como estrategia de presión.
Con este movimiento, Nayib Bukele no sólo desafía el statu quo regional, sino que introduce una fórmula de negociación que, de resultar exitosa, podría replicarse en otros conflictos bilaterales. El mundo observa atento si esta apuesta humanitaria —o política— logra materializarse.