La influencer Flor de Cuba y su abogado Karel Suárez han hecho públicos, en medio de su lucha legal los elementos que respaldan su demanda por difamación contra el comunicador Alexander Otaola. En una reciente entrevista con Destino Tolk, Flor de Cuba compartió el impacto negativo que las acusaciones de Otaola han tenido en su vida personal y profesional, subrayando que los comentarios realizados carecen de evidencia sólida.
Entre las pruebas presentadas se encuentran varios videos en los que Otaola la acusa de tener vínculos con la Seguridad del Estado, utilizando términos despectivos como «proxeneta legal» y «testaferro de Sandro Castro». Estas afirmaciones han generado controversia y han afectado gravemente la reputación de Flor de Cuba, quien se defiende afirmando que estos ataques son infundados y malintencionados.
El abogado Karel Suárez ha indicado que Otaola tiene un plazo de 30 días para retractarse de sus declaraciones. De no hacerlo, la demanda avanzará en los tribunales, marcando un precedente significativo en el manejo de la difamación en las redes sociales, donde las declaraciones pueden tener impactos devastadores en la vida de las personas.
Este caso pone de relieve la creciente tensión en el panorama mediático cubano, donde las figuras públicas son objeto de críticas y ataques constantes. La lucha legal de Flor de Cuba no solo busca justicia personal, sino que también plantea interrogantes sobre la responsabilidad de los comunicadores en el uso del discurso público.
En un contexto donde la libertad de expresión y el uso de las plataformas digitales son temas candentes, este asunto atraerá la atención de quienes siguen de cerca la evolución de la comunicación en redes y el impacto que tiene en la vida de las personas.
En resumen, la demanda de Flor de Cuba contra Alexander Otaola destaca la compleja intersección entre la fama, la difamación y el respeto en el discurso público. A medida que este caso avanza, será crucial observar cómo se abordan estas dinámicas en el ámbito legal y social.
